No hay duda de que ver a una ex pareja en una nueva relación golpea al ego, especialmente si estamos aún inmersos en el proceso de dejar ir o peor aún, si nos aferramos a una esperanza.
Para aliviar las recaídas, nada mejor que dosis altas de auto consentimientos. Abrazarnos, irnos a la peluquería, darnos un masaje en los pies, cocinarnos algo rico para nosotros mismos.
Allí la invitación es a traer la atención de nuevo a nuestro centro, observarnos, acompañarnos, tenernos paciencia. Llorar si queremos llorar, pero no estancarnos en el sufrimiento. Y esa es quizá la clave más importante aquí.
Una cosa es el dolor de perder una relación, de cerrar un capítulo. Otra cosa es la rumiadera mental que alimenta el estado de sufrimiento. Vamonos con un ejemplo breve: si me golpeo el dedito pequeño del pie, duele un montón. Si horas después me sigo diciendo torpe, tonto, bruta, descuidada por haber tropezado, eso es sufrimiento.
Y lo mismo vale para las relaciones que se cierran. Me duele que un ex esté con otra persona. Ahora, si todo el día le doy a mi mente la licencia para ver fotos, buscar información, querer saber en qué están él y ella, si me atormento, si me digo: y si hubiera, y si no hubiera.
Eso es sufrimiento autoprovocado. No te vayas a ese lugar, vuelve a ti misma, cuídate, ten paciencia, recuerda que el tiempo pasa y al pasar encárgate de irlo aprovechando en ti, en nutrirte, mimarte, conocerte, aliviarte. Eres tu con quien pasarás en resto de tu vida, 24/7.
MANTEN ESO EN MENTE Y SI SE TE OLVIDA, ANÓTALO EN TU ESPEJO PARA QUE TU CEREBRO SE HABITUE A ESA REALIDAD QUE TE DEVUELVE TODO EL PODER A TI.