En un mundo de vínculos sanos y maduros, ser amigo del ex con hijos de por medio debería ser la regla y no la excepción.
Si la relación de pareja se cerró, por supuesto que habrá dolor por la pérdida y eso es un asunto que deben asumir los dos adultos de la relación y no hacer que los hijos paguen esa factura.
Por supuesto, que esto de hacerse cargo como adultos y cerrar la relación de pareja no es una tarea simple. Todo lo contrario. Por más desafiante que parezca, esta tarea es necesaria porque ya no se trata de dos personas que se alejan cada una por su lado, ya hay otras vidas que se impactan de formas muy profundas.
Ser padres implica asumir que se abre un vínculo que va a durar toda la vida. Alguna vez leía que el prefijo ex no se aplica para los hijos. Y por ello es que es tan importante trabajar sobre esa decisión antes de tomarla. Y por eso es que hay tanto dolor y tanto fracaso en las familias y en las parejas. Nos encantan los cuentos de la casita y el castillo.
Y nos aterra la realidad que implica detenerse a explorar desde qué lugar traemos hijos al mundo, cuáles son nuestros estados internos y la calidad de los vínculos que estamos teniendo cuando pensamos en tener hijos. Le hacemos el quite a la reflexión profunda porque las respuestas podrían sorprendernos.
En todo caso, creo que los hijos no son una excusa ni para armar, sostener, salvar o manipular a una pareja. Ni mucho menos son una excusa para mantener un contacto obligado con el/la ex. S
i ya no quieres ver a tu ex ni en pintura, hazte una revisión profunda de consciencia, porque sino sanas esa herida, derramarás mucho dolor sobre ese niño o niña que te dice mamá/papá y que quieras o no, tiene el 50% de la genética, la pinta y sabor, y hasta el caminado de ese/esa ex que ahora no te tragas y que antes era tu amor eterno.