¿Para qué saltar de una cama a la otra, cuando puedes descubrir el tesoro que se esconde en la soledad? Al fin que nunca estamos solos. Estamos en nuestra propia compañía y eso ya es bastante.
Un clavo si sacaría a otro clavo, siempre y cuando el motivo de fondo para elegir este camino no fuese ni la evasión emocional ni la venganza, ni el miedo a la soledad.
A menudo, las personas solemos saltar de una relación a la otra sin revisar, limpiar ni integrar los aprendizajes. Lo que equivale a ponerse perfume y no bañarse.
Ante una ruptura y con la dificultad de procesar las emociones propias y las lecciones que esa relación nos ha podido dejar, vamos a buscar quién llene rápidamente ese ‘agujero negro’ que es nuestro vacío interno, nuestra incapacidad de estar a solas con nosotros mismos y hacernos cargo de nuestro mundo.
Otras veces, la razón es la venganza. La ex pareja ya armó una nueva relación, y decimos: ah yo no me voy a quedar atrás. La cuestión frente a esta pregunta de nuevo no pasa por si está bien o está mal sacarse un clavo metiendo otro. No pasa por ahí.
Tiene que ver con si tenemos la suficiente integridad para reconocer desde qué lugar interno hacemos lo que hacemos. Si esto te está pasando, anímate a quedarte un rato contigo, atrévete a explorar la relación más importante que tienes.
No es la que tienes con el clavo, sino aquella que tienes contigo mismo.