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Desesperación a primera vista

Hablando del amor a primera vista que la gente tanto promulga, me gusta insistir en que la palabra clave en las relaciones es la conexión. Y la conexión viene del corazón. Pero ojo, muchas veces nos engañamos y decimos fue amor a primera vista y en realidad es desesperación a primera vista.

Me salen tan mal las cosas que creo que esta vez si, y me ciego y digo: lo vi / la vi y fue un flechazo instantáneo. Profundicemos en la conexión. Conectar es sentir al otro, empatizar con el otro, alegrarse por su alegría y conmoverse por su dolor.

Conexión es abandonar el juicio o al menos hacernos consciente del juicio que casi siempre la mente está haciendo sobre la otra persona. Conexión también es elegirse por encima de las diferencias.

Conexión también es descubrir en el otro, ese amor que uno ya descubrió internamente. Y esas son palabras mayores.

¿Qué tal si nos preguntamos si ya descubrimos el amor dentro de nosotros, y nos escuchamos, nos amamos y nos atendemos con la misma dulzura que esperamos recibir de otra persona?

¿Que tal si nos preguntamos cómo está en nosotros el asunto de la conexión: sentimos al otro, nos sentimos con ganas de abrazarlo y de poner en silencio la voz juzgadora o por el contrario, queremos hacer que el otro encaje en nuestros ideales de flechas, cupidos y corazones como sea?

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