Hace días alguien planteaba una cuestión. ¿Cómo olvidar a alguien de quien me enamoré, pero con quien nunca pasó nada? Esa pregunta esta como para FANTASÍAS ANIMADAS DE AYER Y HOY PRESENTA. Pero es innegable que en algún momento, todos hemos pasado por esa franja extraña en la que nos armamos toda una producción cinematográfica.
La respuesta que le daba a esa cuestión te la comparto a continuación.
Todo pasó en tu cabeza y es allí donde esta la solución. No hay que superar a alguien con quien nada pasó. Hay que ver desde dónde se propulsa cada quien a construir castillos de arena, que pueden estar muy lindos y decorados, pero que inevitablemente van a desaparecer a la primera ola.
Cuando nos ilusionamos nos alejamos de la realidad y soñar es hermoso y necesario. Pero hay que saber soñar, saber qué sueños nos alimentan y a cuáles les podemos dar piso. Sueña para ti, concreta para ti, has que eso que anhelas se concrete, has que pase. Y si el sueño es compartido, pellízcate y pregúntale al otro si también se quiere pellizcar, si quiere construir contigo un castillo que a lo mejor no es tipo Disney, pero que sabe a realidad, a acciones, gestos.
No hay que superar al otro, hay que conocerse, descubrirse, abrazarse, sanarse, desafiarse a uno mismo siempre y así, sin duda va pasando la tusa. No con trago ni con canciones de despecho, sino con trabajo interno, con la disposición de ver que casi siempre es uno el que se arma tremendas películas.
Hagamos todos un compromiso interno que se traslade a lo externo: un compromiso de soñar más y accionar más. Un compromiso de crear menos películas de arena y más acciones pequeñas y concretas de amor y cuidado por nosotros mismos y por los demás.